martes, 27 de agosto de 2013

Dualidad









En mi mente, terrible dualidad
se debate interrogante,
cómo quiero olvidarte
y al mismo tiempo pensarte.

Me acoges y rechazas
y yo te necesito,
como necesitan mis pulmones
el aire enrarecido de la urbe.

Me encomiendo a ti
como a los dioses antiguos,
haciendo el sacrificio de la carne,
vertiendo la sangre de mis venas.

Vete, pues el dolor de tu desprecio
abre en mi pecho una herida
por la que sale mi pobre
dignidad hecha pedazos.

Vuelve a mi, que tu aroma se pierde
y sin el, mis noches vacías
se vuelven campos estériles
en los que no crece más que la mala hierba.

Rendida a tu recuerdo
no quiero negarte, lo contrario,
quiero ser arcilla fresca
en tu fuerte torno de alfarero.



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