Savia amarga en la mirada.
Palabras de fuego.
Gestos de desdén.
Vives de esas rentas
cuando el amor se acaba
y no puedes salir
a campo abierto, a respirar.
Rompe las cadenas
que te atan y entierra
ese infante muerto
que tú mismo acunas.
La vida es tan corta y la felicidad,
que tanto asusta,
es un dulce manjar
que al probarlo crece.
No acomodes
tu futuro a la molicie
por no querer rasgar
los velos del pasado.
Se fiel a tu amanecer,
pues moras en un pantano
que llena de espectros tu esencia
agotando la esperanza.
El camino se bifurca y el paisaje está en tus manos,
de este lado, la aridez,
del otro...
la exuberancia de la plenitud del alma.
Fotografía Arzola
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